Cuenta una vez, que en los tiempos muy lejanos el Sol giraba alrededor de la Tierra y era mucho más pequeño...digamos que del tamaño de la luna, porque esta historia trata sobre ambos.
La Tierra era ,para el sol y la luna, un mundo al que ellos podían dar vida y marcar las etapas de día y noche. Pero ellos sentían que nada les daba vida...estaban solos.
El Sol podía ver a la gente pasar y divertirse en el calor, pero parecía que la gente no notase su presencia. Por otro lado, la luna se divertía de noche en el cielo estrellado, una noche brillante...pero... la soledad no se cura sólo con brillo.
Ninguno de los dos encontraba exactamente lo que quería y comenzaron a buscar por el mundo. Viajaron y viajaron pero no encontraron nada. Terminaron por darle la vuelta entera y se sintieron desilusionados. De pronto el sol vió algo en el otro extremo del mundo: Un astro brillando hermosamente. No podía verlo bien pues sus rayos de luz no alcazaban hasta el otro extremo de la tierra. La luna por su parte vió una esfera naranja, también brillando del otro lado; pero la oscuridad en la que estaba no permitia distinguirla bien. Entonces cada uno se acerco a su repentina visión.
El sol se dió cuenta que aquel astro comenzaba a alejarse, así que comenzó a seguirlo. La luna se dirigía hacia la esfera pero esta comenzo a alejarse. Resulta que cada uno estaba siguiendo la espalda del otro.
Pasaron muchos años pero ninguno se canso, porque cada uno sabia que si lo dejaba ir hubieran continuando estando solos como antes.
Sólo llegaron a encontrarse una vez. Aquel encuentro se llamo "eclipse". Intercambiaron palabras. Muy pocas. Estas son las que recuerdo:
Sol: Tenía poco que buscar, pero ese poco valía mucho
Luna: Eres distinto, no eres como las estrellas. Pasas mucho tiempo sólo
Sol: Yo no sé divertirme
Luna: Creo que volveré
Sol: Adiós
En fin, es todo lo que recuerdo, quizás pasó algo más que yo no conozca. Cada uno tomo su distancia y caminaron lentamente el uno tras el otro, a paso firme para no volverse a encontrar. Fue desde entonces que el sol y la luna no volvieron a decir palabra, sino los escuchariamos todos los días al despertar y anochecer. No es una historia triste. El sol y la luna no estan tristes, yo lo sé.
Yo lo sé...
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