Vergüenza

>> domingo, 1 de abril de 2012

Sentado en la silla, podía ver al público. No estaban impacientes ni tampoco parecían con ganas de que llegara pronto. Y él solo podía contemplar a las personas mas no sus rostros pues la visión no le daba mucho más. Aún así se la paso la mayor parte del tiempo cabizbajo.

Al poco rato anunciaron el inicio del evento y su corazón comenzó a latir normalmente. Comenzaron a aparecer una serie de personas bien vestidas, los encargados. Y de repente en su mente, empezó a proyectarse un película, una muy antigüa, hasta en blanco y negro con esos movimientos rápidos y rígidos que las caracterizaban. Su película favorita que había visto miles de veces, en donde el era el protagonista: la vergüenza.

Era él de pequeño sonriendo y jugando, así comenzaba. Un niño normal, no muy apegado a sus papás pero normal. En su mente contemplaba su vida día a día, anécdotas, fiestas de cumpleaños, navidades, juguetes, escuela y helados. Como toda historia, también tenía un nudo. La escena tenía lugar en la noche y en su habitación. Esta vez ya no estaba tan alegre y sus padres se encontraban mirándolo en su puerta como si esperacen algo. Luego de unos instantes le dieron las buenas noches y regresaron a su cuarto.

El cuarto no era un problema para él, se sentía muy cómodo. El problema lo tenía él. Aún así cerro los ojos y pudo conciliar el sueño. Abrió los ojos nuevamente y se dió cuenta inmediatamente que aún era de noche. Se contempló así mismo y poco a poco la tristeza se apoderó de él. Se levantó, se cambió de ropa y quito las sábanas y las llevo a lavar. Más tarde regreso a su cuarto y se sentó junto a la cama. Apareció su madre con la misma cara con que se despidió. Ya no tenía más que decirle y fue el silencio lo que hizo que comenzara a llorar. Se fue a su cuarto y después de un rato de lágrimas cerro nuevamente sus ojos.

La película se acaba ahí y los encargados tenían todo listo y lo miraban fijamente. De su rostro ya no podía brotar ninguna lágrima, pues todo esto era cosa del pasado. Esta vez hizo un gesto de sonrisa muy leve que nadie se pudo percatar. Aquél fallo que tenía de pequeño, lo oculto durante años. Muy pocos lo supieron y a pesar del dolor, pudo sobrellevar la vergüenza.

Ya no quedaba mucho tiempo y habían cosas que ya no podía arreglar, todas las vidas que arruinó, y todas las personas que nunca volverán por su culpa. Su corazón se oprimió una vez más de remordimiento y en su mente pidió disculpas porque ya nadie lo iba a escuchar. Sus últimos momentos fueron tranquilos porque pudo recordar en su película el único logro que consiguió en toda su vida, el único por el cual podía estar satisfecho de su vida, por más absurdo que pareciese.

Quízo llorar una vez más pero era muy tarde. Lo ultimo que vio fue la mano presionando el botón.

La silla eléctrica se encendió, pero su enseñanza de superación hizo que su vida no fuera desperdiciada.

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