El ojo de la cámara

>> jueves, 23 de febrero de 2012

Nunca te das cuenta de lo que sucede si no das el disparo y luego puedes contemplarlo con tus propios ojos. No puedes ser el espectador de tus propios actos hasta mucho despues que los realizas. No puedes perder el tiempo en arreglarte para la toma y un espejo solo refleja lo que quieres ver. En el fondo sólo depende de como quieres que se sienta por el resto de tu vida.

El escenario está listo y tu nunca sabes cuanto maquillaje es necesario. Los demás están ahí y parece que nunca va a terminar. Pones la mejor sonrisa y te dejas llevar por las especulaciones de tu imaginación y no por el futuro que ocurrirá. Se hace la toma y crees haberte sobrepasado o todo lo contrario. Te criticarás primero a ti mismo por pensar que lo has arruinado, luego al fotógrafo, al lugar y hasta a tus compañeros. Guardarás la foto en tu viejo albúm.

Pasa el tiempo y lo ves de cuando en cuando para refrescar tu rabia. Un día decides cerrarlo definitivamente, aunque sabemos que la palabra "definitivamente" jamás se aplica al mundo real. Cuando seas más inteligente y comprensivo la abrirás de nuevo. Esta vez te reirás y lo harás cien veces más a cuanto te enojaste aquél día. Llamarás a todos los testigos,o los que aún queden, y juntos recordarán la escena y a los que no pudieron ver la foto por segunda vez.

La foto, el momento, tu vida, tu sentimiento, tu reacción, tu ineptitud, tu felicidad o tristeza, y sobretodo tus consecuencias, sólo pueden ser capturadas eternamente bajo el ojo de la cámara, que las inmortaliza; tus propios ojos que guardan imágenes vivas como recuerdos para toda la eternidad. Y sabrás al final que la fotogenia no es la belleza sino algo que no puede captar la lente.

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